
Luces que palpitan, frecuencias electrónicas que atraviesan el pecho y una ciudad entera entregada al ritmo. El primer día de Sónar 2025 no arrancó: irrumpió. Barcelona volvió a sonar con la intensidad de quien no necesita presentación, solo volumen. Un inicio que no tanteó el terreno, lo quebró.
Todd Terry, pionero del house neoyorquino y leyenda viva de las pistas, trajo un set que fue clase magistral y rave al mismo tiempo. Con una selección quirúrgica de grooves clásicos y latigazos actuales, hizo lo que mejor sabe: hacer bailar a todos como si el tiempo no existiera. La Fira se rindió al pulso old school.

Alizzz jugó de local y lo hizo sin concesiones: beats afilados, autoexploración y un set que pisó fuerte entre el pop disfuncional y la pista sudada. Martini Ariel trajo desde Argentina un universo sonoro íntimo y distorsionado, como si Sylvia Plath hubiera nacido en el under electrónico.



El pulso se volvió algorítmico con Audiostellar, donde las pistas no solo se bailan: se procesan en tiempo real. Y el glitch se hizo feminismo cuántico con Libby Heaney, que convirtió datos y partículas en una instalación inmersiva donde nadie salió igual.

Pasillos, neón, público-club del futuro y una Fira que ya se rindió al loop. El festival recién empieza
Imagen Portada : Material prensa oficial Sonar 2025 / Nerea Coll
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