
Todo estalló antes del primer beat. El Sant Jordi Club estaba lleno y el ambiente era intenso. Se notaba en las miradas, en los cuerpos apretados contra la valla, en cómo algunos se agarraban fuerte al móvil esperando el momento justo. Desde el primer segundo se sintió esa mezcla de ansiedad colectiva y energía contenida, como si todos supieran que estaban por ser parte de algo que no se repite. En el escenario, caras gigantes inflables con los rostros de Ca7riel y Paco Amoroso comenzaron a crecer, deformadas, grotescas y brillantes. Mientras tanto, apareció CHAD, la voz artificial que arrancó su monólogo hasta trabarse y volverse inentendible. Ese glitch forzado marcó el inicio oficial del show. El público soltó una risa nerviosa. Había empezado. Y ya no había vuelta atrás.
El primer impacto
Dumbai fue la primera bomba. Ca7riel y Paco se quedaron quietos, tres minutos completos, mirando fijo al público como estatuas. La gente gritaba sin parar. La puesta en escena era quirúrgica: teclados y coristas a la izquierda, percusiones de la mano de Maxi Mayes y la batería de Edu Giardina en el centro, y a la derecha el sensacional bajista Felipe Brandy, dueño absoluto del groove. Paco entró desde un lado, Ca7riel desde el otro. El cruce fue el inicio del ataque.
Baby Gangsta elevó aun más la tensión. Saltos sobre taburetes, piernas en alto, fuerza cruda, y la voz de Ca7riel sonando natural, sin filtros, directa desde el pecho. No necesitaba más.
El beat como detonador
Con Mi Diosa llegó el primer “Gracias Barcelona”. Y también la confirmación de que esto ya no es solo una escena argentina rodando en el exterior: el público era mayoritariamente español, algo que marca una diferencia. No es una banda exportada. Es una banda instalada. Global. Y lo prueba su gira mundial, con fechas que agotan a ambos lados del océano.
Cuando sonó El Impostor, las primeras notas de teclado bastaron para que el público estallara. Nadie se quedó quieto. La conexión era total.
“¿¡Cómo están wachos?!”, gritó Ca7riel. La respuesta fue inmediata y ensordecedora.
En Bad bitch, Ca7riel tomó su Fender Telecaster verde y la apoyó en las piernas como si fuera un ancla. La abrazó, la sostuvo, y cerró con una frase que lo rompió todo:
“¿Dónde están mis p****s malas?”
Paco se sacó el sobretodo como y quien lanza un hechizo se lo arrojo a la batería. La pista estaba arriba.

Encendedores al aire
Antes de En el after, llegó otro agradecimiento.
“Muchas gracias”, dijeron.
“Ahora vienen unas baladas. El que tenga el corazón partido que se vaya a comprar una cerveza”, soltó Paco.
Ca7riel pidió fuego. Y Barcelona respondió como si fuera una ofrenda sagrada: más de veinte encendedores volaron hacia el escenario en menos de dos segundos. Algunos lo rozaron, otros aterrizaron a sus pies. Los de seguridad entraron en pánico, como si una rebelión espontánea estuviera a punto de estallar. Pero no, no era un ataque: era devoción finamente calculada.
El agradecimiento a su modo no se hizo esperar …
“¿Saben qué? ¡Me chupa un huevo!”, respondió entre risas, mientras encendía un cigarro con una actitud digna de un «Blusero Texano»

Trance, luz y bases
Sheesh fue un viaje visual: luces láser verdes que los hacían desaparecer por momentos. En Supersónico la tarima vibraba, y Polvo conectaba con lo mejor del hip hop. El público coreaba el “eh eh eh” como si fuera mantra.
En McFly, Ca7riel gritó:
“Are you readyyyyy??????”
Y el público respondió con saltos. Él lanzó su sombrero a la pista como en un western glitch. En ese bloque, Paco dejó el centro para que Ca7riel y la banda lo ocuparan por completo.
Regreso y caos controlado
“¿Están listos hijos de p…*aaa???”, gritó Ca7riel al arrancar Todo el día.
Corrieron por todo el escenario, se cruzaban, se miraban, volvían a salir.
“¡Saluden p…*aaas!”, pidieron antes de cerrar el tema con el clásico “pa pa pa pa pa”.
El público les gritaba “¡hijos de p…! ¡hijos de p…!” a los gritos, como parte de un ritual que ya nadie cuestiona. Una comunión directa, sin filtros ni protocolo. Ca7riel, lejos de ofenderse, lo aprovechó al vuelo: “¡Sáquense la bronca, dale!”. Y así lo hicieron.
Se vino un intermedio tan gracioso como perfecto. Todo el grupo agarró escopetas lanzadoras y empezó a disparar camisetas al público mientras sonaba “Gonna Make You Sweat” de C+C Music Factory. La escena era un delirio visual: luces, humo, gritos y remeras volando por los aires. Ca7riel, en modo animador de otro planeta, gritaba como si la fiesta recién empezara. Fue un recreo frenético, con la banda desatada y el público listo para recibir lo que fuera.
“¿Cómo están, hijos de p****a? ¡Qué onda, wachos?!” —exclamaba Ca7riel
Delirio total.
Uno de esos momentos que no estaban en el guion (pero deberían estar en todos): Felipe Brandy cargó a Maxi en andas y lo paseó por el escenario. Pasaron por detrás de Ca7riel, que seguía en lo suyo como si nada, mientras el público deliraba con la postal improbable: el bajista transportando al percusionista en plena función. Una coreografía improvisada que confirma que esta banda no solo suena afinada, también se lleva en andas de verdad.

Humo y muchas pesas
Cono hielo fue un momento visual: humo denso, fans apretados al borde del escenario, y Paco convertido en una especie de Marilyn urbana. Desde el fondo, Ca7riel gritó:
“¡Basta Basta Basta del humitoooooo! ¡Cuánto humo la concha de tu madreeeeee!”
#Tetas fue uno de los más esperados. Entraron con gesto de pesas, mostraron físico y se plantaron al frente. El público aprobó gritando.
Se abrazaron para arrancar El día del amigo. Palmas al aire, contacto visual con el público.
“Muchas gracias Barcelona, nos vemos en 6 meses… Viviendo un sueño de fiebre que nos encanta”, dijo Paco.
“Gracias wachoooos, vino a vernos mi mamá. Aguante mi mamá wachoooos”, cerró Ca7riel, tirando besos.
Final sin reserva
El único fue el cierre. Y no quedó nada sin entregar.
“Gracias p…*s”, lanzó Ca7riel.
“¡Los amamos Barcelooonaaaaa!”, gritó Paco.
“¡Gracias wachoooos!”, repitió Ca7riel al menos seis veces, con la voz temblando.
Se despidieron abrazados, mano a mano, con un beso de cierre. Cada uno tomó su rumbo, pero la musiquita final seguía sonando, como si el show no quisiera terminar. Parecía que no se querían ir. Y los fanáticos, mucho menos.
“Me encantó, me encantó”, nos dijo una de las asistentes saliendo del recinto.
Otro, con la camiseta empapada, soltó: “Uff… son muy fuertes. Increíble.”
Barcelona no presenció un show. Vivió un fenómeno.
Reseña Final

Sonido
Contundente, detallado y salvaje cuando tenía que serlo. Las voces de Ca7riel y Paco Amoroso sonaban con presencia real, sin sobreproducción. La banda se escuchaba clara, con graves que empujaban el pecho y una mezcla que dejaba lugar a todo: vientos, teclados, percusiones, coros y hasta los gritos del público. Nada se tapaba, todo convivía. Un sonido bien medido que sostenía la intensidad sin aplastarla.
Banda en escena
Esto es un grupo en plena acción. Cada integrante tenía rol y actitud. El show se movía entre lo teatral, lo coreográfico y lo espontáneo. Felipe Brandy fue una pieza clave, sosteniendo la estructura con bajo y vientos desde el costado derecho del escenario. Lo mismo la potencia de la percusión y batería. Todos atentos al juego entre Ca7riel y Paco, que se cruzaban, improvisaban y lideraban sin necesidad de ensayar una sonrisa.
Sala y ambiente
El Sant Jordi Club estaba lleno y vibrando. La pista se movía como una sola masa. Gente joven, mayoritariamente española, muchos venidos de fuera de Barcelona para este show. La energía del lugar era colectiva: no hacía falta escenografía ni pantallas. Lo visual lo ponían los cuerpos, los saltos, el humo y los lásers verdes que por momentos borraban a la banda del escenario. Un club cerrado que por momentos se sintió como un estadio abierto.
Lista de temas
Un recorrido medido pero intenso. Desde clásicos como Mi deseo, Re forro o El impostor, hasta material más reciente como Todo el día o McFly, pasando por himnos inesperados como #Tetas o Polvo. Hubo freestyle, funk, trap, punk, hip hop y hasta momentos de guitarra solista con alma blues. El orden estaba pensado para no dar respiro. Cada subidón era seguido por un nuevo pico. Sin descanso.
Conexión con el público
Total, directa y sin filtro. Ca7riel y Paco no solo cantaban: hablaban, se reían, puteaban, pedían fuego y camisetas. Leían pancartas, respondían gritos, provocaban. El público sabía cada letra y no dudó en gritar más fuerte que los monitores. En Pirlo, pidieron celulares encendidos y se generó una muralla de luces. En El día del amigo, bajaron emocionalmente del escenario en actitud de abrazo. Eso fue pura conexión, fue complicidad.
Artista Invitado
No hubo artistas invitados, y no hicieron falta. Ellos mismos lo llenaron todo. Pero sí hubo participaciones “invisibles” que construyeron la noche: el público como coro alterno, los encendedores volando como parte del ritual, y la maquinaria técnica que sostuvo cada momento sin errores.
Energía general
Alta desde el minuto cero. No decayó ni en las baladas. Cada tema encajaba con una transición quirúrgica, como si el show estuviera respirando. Cada pausa era una excusa para hablarle al público, arengar o desafiar.
Setlist – Ca7riel y Paco Amoroso, Sant Jordi Club, Barcelona – 27/05/2025
- Intro CHAD (muñecos inflables + monólogo )
- Dumbai
- Baby Gangsta
- Mi diosa
- A mí no
- El impostor
- Viuda negra / Shipea2
- Mi deseo
- Bad bitch
- Cosas ricas
- En el after
- Bizarrap Session by Paco
- Pirlo
- Re forro
- La que puede, puede
- Sheesh
- Supersónico
- Polvo
- McFly
- Todo el día
Intermedio: Lanzadera de camisetas (Everybody dance now) - Ouke
- Cono hielo
- #Tetas
- El día del amigo
- El único
PH Mariana Gomez Torres IG @mgzmagculturavisual , IG @MgzLab
Nota editorial
Los diálogos transcritos reflejan con fidelidad la voluntad y el mensaje del artista, aunque pueden no ser textuales en su totalidad. En MgzMag nos especializamos en crónicas inmersivas, donde recolectamos la mayor cantidad posible de emociones sensoriales, atmósferas y momentos clave para ofrecer una experiencia cercana a estar ahí.
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