
Había un cartel luminoso que dictaba Speed Limit 55, como si de repente hubiésemos aterrizado en la imaginaria Route 69 del estado de Texas. A un costado, un vaquero y una vaquera de neón parpadeaban como si nos guiñaran el ojo desde algún motel perdido en un pequeño poblado desértico. Es que ese desierto proyectado en pantallas led no era un decorado, era un personaje más de la noche. Y en el centro, un Post Malone desfachatado, cigarrillo en mano y con un mini refrigerador de cervezas vigilado por un asistente que, como un cómplice silencioso, le mantenía siempre el vaso lleno.
El arranque: fuego, cerveza y un grito a Barcelona
Con Texas Tea y fuegos artificiales, Posty abrió un viaje que olía a asfalto caliente del desierto texano. El público le respondió con algunos “Posty, Posty, Posty” todavía tibios, más tímidos de lo esperado para un debut tan grande.
“Muchas gracias señoras y señores”, decía ceremonioso entre tema y tema, como un predicador sureño que había encontrado en Barcelona a su congregación. Y vaya si lo había hecho. Él devolvía: “Barcelonaaaaaaaaa. Muchas gracias por entregarnos esta maravillosa noche”. Y ahí mismo presentó a su banda con solemnidad: “Señoras y señores, detrás mío tienen a esta maravillosa banda. Arriba esas malditas manos, vamos”.
El sonido fue impecable: golpeaba en el pecho con fuerza y al mismo tiempo dejaba cada arreglo claro y definido, llenando cada rincón del estadio. Solo faltó el rugido atronador de un estadio lleno, y quizá por eso el impacto no fue tan apabullante.
El desierto se volvió íntimo en Broken Whiskey Glass, sentado y fumando mientras las sombras parecían tragarlo. “Este tema es porque tuve el corazón roto”, confesó antes de lanzarse a cantar junto con público, como si buscara consuelo en cada mano que lo sostenía.
Corazones rotos y un brindis eterno
En I Fall Apart, el clímax llegó con su grito: “Estamos muy felices de estar en esta maldita España por primera vez. España hagan ruido por favor”. Y el estadio enloqueció. No era una frase hecha: Posty estaba ahí, dedicando el tema a todos los presentes.
Los brindis se volvieron ritual. Cada vez que vaciaba un vaso rojo, lo lanzaba por el aire como si fuera un proyectil de plástico invisible, y de inmediato le alcanzaban otro desde su inseparable mini nevera. Goodbyes, What Don’t Belong to Me y los gestos repetidos: brindar, beber, volar el vaso. “Barcelona, vamos a tocar algunas guitarras para ustedes esta noche. Salud y vaso en alto”, anunció antes de colgarse la guitarra y arrancar un bloque acústico que dejó al olímpico convertido en un bar de carretera.
Los “oh oh oh” al ritmo de Seven Nation Army terminaron imponiéndose como coro de estadio en gratitud al enorme despliegue de Posty.

Neones, invitados y cerveza compartida
En Feeling Whitney subió a un fan al escenario, le entregó una cerveza y lo abrazó entre ovaciones. La postal perfecta… hasta que medio vaso terminó derramado sobre la guitarra acústica, que Posty se apresuró a limpiar como si nada. Esperemos que no se tratara de alguna de esas piezas de origen oscuro adquiridas en anticuarios. El gesto, sin embargo, no tenía guion: Posty simplemente abre su mundo e invita a entrar, sin filtros ni poses.
Con Stay y Circles, volvió a agradecer con esa solemnidad que repetía como mantra: “Thank you so much, ladies and gentlemen”. Era casi irónico: un tipo tatuado de pies a cabeza, pidiendo permiso y gratitud como un caballero de traje.
La pareja de vaqueros de neón volvió a iluminarse en Psycho, y por un instante aquello parecía Freemont Street en el viejo barrio de Las Vegas. Posty lanzó su reclamo: “¿Alguien tiene una cerveza?”. No hacía falta, claro: con su asistente de nevera portátil tenía el suministro asegurado, mientras él se paseaba entre la multitud, rodeado de manos ansiosas que solo querían robarle un sorbo de su vaso.
El clímax: flexiones, tarima flotante y más brindis
El tramo final fue un western desatado con pulso de hip-hop. En rockstar se lanzó al suelo y despachó una decena de flexiones, como si retara al cansancio en plena batalla. Y al terminar Sunflower, la ovación fue una marejada imposible de contener: el clamor por Posty rugía desde cada rincón del estadio.
El cierre con Congratulations fue tan épico como necesario:
“Cuántas veces escuché tanta gente decir mierdas. Todo lo que tienes que hacer en esta vida es lo que quieres y que nadie te diga lo que tienes que hacer”.
Y con esa declaración, partió a la tarima móvil, una suerte de rectángulo electrificado que lo elevó sobre el público, y al bajar del cubículo fue saludando uno por uno a los fans.
Una puesta en escena simplemente imponente. Y si el cartel luminoso marcaba un Speed Limit 55, Posty lo ignoró por completo: si esa era la medida del viaje, el show pasó de largo como un motor desbocado, arrasando sin freno.
La asistencia no acompañó a la magnitud del estreno. No hubo ese lleno absoluto que cabría esperar para la primera visita de Post Malone a España. ¿Culpa de la fecha post-vacacional? ¿O de quienes ingenuamente creen que siempre habrá una segunda oportunidad? Difícil de entender cómo alguien pudo perderse esta misa desértica de neón, pirotecnia y vasos volando, presidida por un artista en plena vigencia, referente indiscutible de la escena actual y ya consagrado entre los grandes.
Redacción MgzMag

Setlist – Post Malone Estadi Olímpic, Barcelona, 2025
- Texas Tea
- Wow.
- Better Now
- Wrong Ones
- Go Flex
- Broken Whiskey Glass
- Hollywood’s Bleeding
- I Fall Apart
- Losers
- Goodbyes
- What Don’t Belong to Me
- I Ain’t Comin’ Back
- Feeling Whitney
- Stay
- Circles
- White Iverson
- Psycho
- Pour Me a Drink
- Dead at the Honky Tonk
- rockstar
- Sunflower
- Congratulations
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Nota editorial
Los diálogos transcritos reflejan con fidelidad la voluntad y el mensaje del artista, aunque pueden no ser textuales en su totalidad. En MgzMag nos especializamos en crónicas inmersivas, donde recolectamos la mayor cantidad posible de emociones sensoriales, atmósferas y momentos clave para ofrecer una experiencia cercana a estar ahí. Lo mismo ocurre con los setlists: muchas veces no se reciben oficialmente o el artista modifica el orden en vivo, por lo que la reconstrucción se basa en la observación directa y el cruce con registros disponibles.
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