Jamiroquai vuelve a los escenarios y Barcelona tiene la exclusiva

El 6 de noviembre de 2025, el Palau Sant Jordi se convertirá en la nave nodriza de Jamiroquai. Después de seis años de silencio en directo, la banda regresa a los escenarios con The Heels Of Steel Tour, una gira que recorrerá Europa y Reino Unido, pero que solo tendrá una parada en España: Barcelona. No habrá segundas oportunidades: esta es la cita.

Desde que en los años 90 Jay Kay, sombrero excéntrico y carisma eléctrico, irrumpió con Emergency on Planet Earth, el grupo no ha hecho otra cosa que desafiar el tiempo y la moda. Millones de discos vendidos, un arsenal de premios y más de 1.7 billones de reproducciones en plataformas no son cifras: son pruebas del impacto de una banda que convirtió el acid jazz en fenómeno global y el funk en un pasaporte para todos.

Barcelona será testigo de un regreso con doble filo: un repaso a los himnos que marcaron generaciones —de Virtual Insanity a Cosmic Girl— y una muestra del nuevo pulso creativo que Jay Kay y su tripulación han guardado para este esperado retorno. Porque The Heels Of Steel Tour no es solo una gira; es una declaración de resistencia musical, una promesa de que el groove sigue siendo invencible.

El legado de Jamiroquai

Hablar de Jamiroquai es hablar de una banda que redefinió la estética y el sonido de una época. Su fusión única de funk, soul, jazz y electrónica no solo conquistó las listas, sino que creó un universo propio donde cada canción era un viaje y cada concierto, una celebración de la vida.

Jay Kay y compañía no se limitaron a hacer música: construyeron un lenguaje visual reconocible —desde sus portadas hasta sus videoclips futuristas— y un sonido que inspiró a toda una generación de artistas, productores y fans. Canciones como Canned Heat o Love Foolosophy se convirtieron en la banda sonora de noches interminables, festivales y momentos que quedaron tatuados en la memoria colectiva.

Tres décadas después, su influencia sigue intacta. Jamiroquai es prueba de que el verdadero groove no envejece: se transforma, se renueva y, cuando vuelve, lo hace con más fuerza que nunca.