
El rugido de la selva retumbaba en el Palau Sant Jordi. No era un efecto de sonido, era una invocación. Tambores rituales, sonidos de naturaleza, vibraciones que subían por las piernas y se alojaban en el pecho. En las pantallas gigantes, la imagen mítica de Carlos Santana en Woodstock: ojos cerrados, sudadera mojada, guitarra en trance. Esa imagen, si, ese instante en que la historia del rock cambió,volvía a proyectarse ahora, como un espejo encendido. Y entonces, él.
Santana apareció caminando desde un lateral. Hoodie étnico, con la cara monumental de Miles Davis estampada en la espalda. Cargaba su PRS dorada como si fuera un talismán. Y cuando entonó las primeras notas, el estallido fue inmediato. El solo fue puro trance. Y la percusión… un muro, una jungla viva. Apenas tomó las maracas, el grito fue ensordecedor. No había comenzado oficialmente el concierto, pero mostró lo que venía.
El groove como primer idioma
Soul Sacrifice se acopló a la intro como un tren que nunca detuvo su marcha. No hubo pausa, ni anuncio: sólo continuidad perfecta. La ejecución era tan quirúrgica que muchos no percibieron el salto de pieza. La percusión ardía. El público ya estaba en modo mantra.

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Siguió Jingo, con Santana jugando con maracas, silbato y la guitarra como si cada objeto fuera una extensión distinta de su espíritu. Alternaba entre instrumentos con la soltura de quien no necesita probar nada. Impecable.
Evil Ways bajó el tempo y subió la emoción. Sentado en un taburete, Carlos ejecutó el solo final sincronizando con los cantantes en una especie de diálogo invisible. Dejó una última nota flotando, que se transformó –sin que el público lo notara– en el inicio de Black Magic Woman.
Ahí llegó el primer gran momento épico.
Una muralla de percusión envolvía la melodía, como si todos los sonidos del mundo hubieran pactado para dejar espacio a ese solo. Soberbio. La conexión con Gypsy Queen fue pura continuidad narrativa. Y cuando Oye Como Va empezó a latir, el Palau dejó oficialmente de tener butacas: el suelo era pista de baile, y todos estábamos invitados.
Cuando los clásicos se reinventan
“¡Santana en la casa! ¡Es un orgullo!”, gritó Andy Vargas al arrancar Maria Maria, y la multitud respondió con euforia.
“¡Arriba Barcelona!”, arengó.
Carlos alternaba entre su Paul Reed Smith (que parecía pesar como una armadura dorada) y una guitarra electroacústica montada en un pedestal, para ejecutar las partes más flamencas. Detalle fino, hermoso, que no sólo embelleció el tema: lo resignificó. Andy no dio tregua: voces, gritos y un rapeo final que no existe en la versión original, pero que elevó la canción a otro plano.
Eso es lo que esperamos de artistas con historia: que desafíen a su propio repertorio. Que no se limiten a repetirlo como un souvenir de otro tiempo.
Eso hizo Santana con Maria Maria: no la calcó, la reinterpretó como varios de los temas durante la noche. Porque los clásicos también necesitan aire para seguir vibrando, para recordarnos que la música no es un archivo, es un cuerpo que respira.
Redacción MgzMag
Everybody’s Everything fue una clase magistral. El segundo guitarrista se lució con un solo vibrante. Pero fue Benny, el bajista, quien se robó el centro: slaps, pops, rasgueos, técnicas imposibles. El Palau entero gritó cuando homenajeó a Ozzy Osbourne con un guiño final de Iron Man. Porque en esta banda, el virtuosismo no es excepción: es regla. Y verlos entregarse así, uno a uno, es un privilegio que nadie en el Palau va a olvidar.

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El mensaje que nos atraviesa
Antes de Samba Pa Ti, Carlos pidió la palabra:
“Yo estoy convencido que juntos podemos cambiar el destino de este planeta para que haiga armonio, paz, compasión, haiga unión”.
Aplausos ensordecedores.
“Ahorita es un lugar muy complicado… Corea, China, Rusia, Bielorrusia, hablando de guerra nuclear… Es importante que nos unamos en el pensamiento de cesar para cambiar el destino”, continuó.
Y entonces tocó. Sentado, con una leve rítmica de maracas y un teclado suave de fondo, su solo fue un rezo en forma de canción. No había nada más que decir.
She’s Not There volvió a levantar todo con un solo que parecía una llamarada. Y luego Me Retiro, del Grupo Frontera, donde Andy la rompió en voz y en el rapeo. El arreglo de Carlos fue justo lo que la canción necesitaba. De hecho, fue más: un solo tan poderoso que se notaban las marcas de desgaste en el diapasón de esa PRS que parece acreditar unas mil batallas.
El tramo final: fuego y estrellas
Hope You’re Feeling Better y Yaleo fueron dinamita pura. Andy pidió palmas, pidió brazos en el aire, y el público respondió como un solo cuerpo.
“Ahora tengo niños que dicen: Yaleo”, dijo Andy, siguiendo al pie de la letra la canción.
Y desde el fondo mientras no dejaba de tirar licks, Carlos le gritó: “¿¡Qué dicen!?”, como si fuera un sketch improvisado.Fue un momento precioso que pocos percataron pero que muestra la conexión que hay en el grupo, se entienden de memoria.
Y entonces, llegó el momento mágico. Put Your Lights On comenzó en completa oscuridad. Las pantallas proyectaban velas encendidas a punto de desvanecerse. Tommy Anthony –segundo guitarrista y vocalista del tema– pidió que se encendieran las linternas de los móviles, lo mismo que profesa la canción en su letra. Miles de luces se alzaron.
“Nos dijeron que aquí había techo… pero estamos viendo miles de estrellas, gracias por las luces. Y si pudieran, por favor, un aplauso para Carlos Santana”, pidió Tommy,
Y el Palau se vino abajo: ovación total, miles de aplausos, luces encendidas, y Carlos con los brazos en alto recibiendo ese amor como quien recibe una bendición.
Un cierre como debe ser
Corazón Espinado / Guajira nos devolvió a la euforia. En las pantallas: corazones atravesados por espinas. En la pista: gradas y pista enteras cantando como si estuvieran en un estadio de fútbol. Andy dejó el micrófono y dejó que el público cerrara el tema a coro. Fue épico.

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Y entonces… llegó el solo de batería. El de Cindy Blackman. Pura furia, fuego, precisión. Ya había brillado junto a Benny, pero ahora era su momento. Las pantallas la mostraban on fire con un efecto cámara de calor. Carlos la presentó así:
“Mi compañera, mi amante, mi esposa: Cindy Blackman Santana”, y el aplauso fue una ola.
Smooth, esa obra maestra junto a Rob Thomas que forma parte de Supernatural —sin dudas, uno de los mejores álbumes con los que cerramos el siglo allá por 1999—, fue celebración total. Carlos cruzaba el escenario para encontrarse con Tommy. Andy caminaba por el filo del escenario, bordeando los retornos, intentando acercarse lo más posible al público. El Palau estaba encendido. En el estribillo final, Carlos se quitó la guitarra, lanzó besos, alzó los brazos y salió como había entrado: en paz.
“Gracias Barcelona, Dios los bendiga, nos vemos en la próxima, buenas noches”, cerró Andy.
Setlist – Carlos Santana Palau Sant Jordi, Barcelona – 26-Jul-2025
- Intro
- Soul Sacrifice
- Jingo
- Evil Ways
- Black Magic Woman
- Gypsy Queen
- Oye Como Va
- Maria Maria
- Foo Foo
- Everybody’s Everything
- Samba Pa Ti
- She’s Not There
- Me Retiro (Grupo Frontera)
- Hope You’re Feeling Better
- Yaleo
- Put Your Lights On
- Corazón Espinado / Guajira
- Smooth
Nota editorial
Los diálogos transcritos reflejan con fidelidad la voluntad y el mensaje del artista, aunque pueden no ser textuales en su totalidad. En MgzMag nos especializamos en crónicas inmersivas, donde recolectamos la mayor cantidad posible de emociones sensoriales, atmósferas y momentos clave para ofrecer una experiencia cercana a estar ahí. Lo mismo ocurre con los setlists: en algunos eventos no se reciben oficialmente o el artista modifica el orden del mismo en tiempo real, por lo que la reconstrucción se basa en la observación directa del cronista y el cruce con los registros disponibles.
Para Escuchar

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