
Pantallas gigantes, torres que reflejan luces y papelitos, un estadio vibrando como si el Apocalipsis fuese rock y en 4K. Así arrancó el show de Imagine Dragons anoche en el Estadi Olímpic, donde cada canción pareció pensada para ser vivida con todos los sentidos en alerta. El sonido fue demoledor, las imágenes una coreografía visual impecable, y lo emocional, calibrado con precisión quirúrgica. Empezaron puntuales. Lo demás, fue un viaje.
Primera descarga: ritmo, confite y pantallas
Con Fire in These Hills llegó el primer “hey Barcelona” del cantante. Tímido, pero suficiente para que el primer estallido de confite dejara en claro que lo que venía no era un recital más. La pantalla central mostró un despliegue envolvente desde el primer minuto. Thunder trajo imágenes de nubes proyectadas y uno de los solos de guitarra más potentes de la noche. Con su Telecaster, el guitarrista parecía arrancar fuego. Mientras tanto, el cantante caminaba al frente de la pasarela, marcando territorio, yendo y viniendo entre el público.
En Bones, la estética se volvió casi caricaturesca, con un esqueleto proyectado en pantalla que le hacía un gesto de corazón a los asistentes. El momento quedó sellado con el coro –“My patience is waning, is this entertaining?”– gritado por todo el estadio.
Con Take Me to the Beach apareció el caos lúdico: pelotas de playa volaban sobre el público, que las movía de lado a lado con furia infantil. El vocalista, con una musculosa perfectamente temática, se las tiraba de vuelta y hasta se animó a patearlas. El estadio entero se volvió una playa rave.
Shots marcó el primer instante de comunión intensa. “Happy to stay here tonight Barcelona”, dijo el cantante, abriendo así uno de los momentos épicos de la noche, mientras las pelotas seguían volando y el ritmo crecía.
Golpes de guitarra y puños en alto
Entre canciones, el guitarrista cambió de arma: una Goldtop que golpeaba con intensidad para arrancarle sonidos ásperos, casi animales. Fue el puente ideal para I’m So Sorry, que entró como una marcha colectiva. Las imágenes proyectadas reforzaban esa sensación, el público levantaba los puños y algunos se animaron a un pogo tímido en el lugar.
En Whatever It Takes, el calor del día y el del estadio se fusionaron. El cantante se puso reflexivo: “Este es un tema de unos 15 años atrás. Gracias por escucharnos”. Fue el único miembro de la banda que habló directamente al público durante la noche. El resto, se expresó tocando.
Momento acústico: linternas, abrazos y un bailecito
Next to Me bajó la intensidad pero no la emoción. “Muy bonito, Bona Nit”, dijo el cantante, antes de hablar “un poquito” más. Presentó a la banda completa y dio paso a una versión acústica que unió a la gente en abrazos, linternas prendidas y voces a capella. Un paréntesis íntimo en medio del espectáculo masivo.
Siguió I Bet My Life, también en versión acústica. Palmas acompañando, el clima se volvió casi de fogón con esteroides. Y ahí, entre tanto coro compartido, el cantante metió un pequeño bailecito espontáneo, que funcionó como descarga después del clímax emocional anterior.
Del gesto al espectáculo total
Bad Liar arrancó con el cantante acercándose por la pasarela y repitiendo, junto al público: “Tell me what you see”. La interacción fue total. El solo de guitarra se mezcló con cometas que volaban en la pantalla, construyendo otro momento alto del show.
Wake Up entró con un rapeo de intro y una estética marcada por un reloj cu cu proyectado, que reforzaba esa sensación de himno que tiene el tema. Fue uno de esos momentos que se viven como si alguien hubiera apretado «play» en un videoclip en vivo.
Radioactive encendió todo. Las luces dibujaban una pirámide en el cielo y el público gritó “Radioactive!” tan fuerte que se comió el sonido del cantante. El final fue una fiesta de percusión: el baterista se lució en un solo. El cantante se sentó en la batería a apoyar. Suma total de energía: incontrolable. Demons llegó con el cantante al piano. Miró al público y se emocionó. No necesitó decir nada. La intro bastó.
Después vino Natural, sin freno, y luego Walking the Wire, donde apareció un cartel en el público: “YOUR LIFE IS ALWAYS WORTH LIVING”. El cantante lo leyó y lo repitió con solemnidad: “Expresarse uno mismo y ser libre”, dijo. Y lo fue. Sharks trajo una puesta visual brillante. Las pantallas simulaban una pecera llena de tiburones, donde el cantante flotaba como si de verdad estuviera nadando en medio de esa amenaza.
Rugido final
Ya en la recta final, Enemy fue puro rugido. El público explotó desde el primer segundo. Después, In Your Corner y Birds mantuvieron el nivel arriba.
Y entonces: Believer. El estadio lo esperó toda la noche y valió cada minuto. La batería marcó la intro con precisión quirúrgica, las luces azules bañaban la escena y el cantante apareció en la punta de la tarima, con un pie en el retorno y los brazos abiertos. Gritó “Believer!” unas veces y después dejó que fuera el público quien lo cantara. Confite. Humo. Luces a los costados. Aplausos como trueno. Y una ovación final que no pedía más canciones, pedía otra vida para repetirlo todo.
Setlist Imagine Dragons – Estadi Olímpic Barcelona – 1 de julio de 2025
- Fire in These Hills
- Thunder
- Bones
- Take Me to the Beach
- Shots
- I’m So Sorry
- Whatever It Takes
- Next to Me
- I Bet My Life
- Bad Liar
- Wake Up
- Radioactive
- Demons
- Natural
- Walking the Wire
- Sharks
- Enemy
- In Your Corner
- Birds
- Believer
Para Escuchar

Imagen sitio web prensa oficial LiveNation.es
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