
portada nathy peluso
Nathy Peluso apareció en el escenario como un impacto eléctrico. El SonarClub estaba lleno hasta los bordes, la espera cargada de tensión y devoción. Cada base, cada gesto, cada quiebre de voz confirmaba lo que ya se intuía: estábamos frente a una de las artistas más potentes y talentosas del momento. Lo coreográfico convivió con lo crudo, la precisión con el desborde. Todo vibraba como si fuera único. Cuando flameó la bandera roja con la palabra GRASA, quedó claro: esto no era un acting, era una declaración de intenciones. Feroz, visual y auténtica. Su voz y su entrega sostuvieron el vértigo hasta el último segundo.
La previa a cargo de DJ DIRTILARITA calentó la pista con precisión quirúrgica. Visuales perfectamente sincronizados y un montaje de pantallas que unía las canciones como capítulos de una película visual. Y cuando llegó ella, el relato cambió de formato: pasó a ser cuerpo. Vibra. Furia.
La primera detonación fue Corleone, una nueva. Imposible parpadear. Aprender a amarte se encadenó sin pausa y marcó el tono de la noche: no se iba a negociar nada.

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Con Business Woman desplegó todo su carisma, cruzando la pasarela con micrófono en mano y la frase de orden que activó al público como un resorte: “¡A ver cómo canta Barcelona!”. Lo dijo, y Barcelona cantó.
Después llegaron Legendario y Real, donde los bailarines escenificaban una película de acción en vivo. Disparos ficticios. Nathy cayendo. Una coreografía al filo del videoclip, con aire a Smooth Criminal de Jackson.
“¿Quién vino en clave romántica? ¿A quién le gusta la bachata? Quiero darles una de las mejores noches, disfruten con nosotros”, disparó antes de Ateo. Y a partir de ahí, todo fue ritual colectivo.
La banda sonó impecable. Sin fisuras. Los bajos entraban por el pecho. Cada arreglo estaba tocado con precisión quirúrgica y sentido emocional. Hubo momentos donde los silencios también fueron música.
En Envidia dejó un mensaje con puntería:
“No quiero dedicarle mucho tiempo a esa gente, pero de vez en cuando una cancioncita para inspirarlos una vez más”.
La cantó tumbada en las escaleras, dejando que Barcelona hiciera los coros, entre carcajadas, suspiros y euforia.
Mafiosa fue otra declaración: “A mí me dicen de muchas maneras, pero hay una en la que tienen razón”, dijo, sentada, como si fuera una conversación íntima con miles de personas a la vez. Lo era. Así de fuerte fue la conexión. Nathy no hablaba, susurraba directamente al oído colectivo.
“¡Barcelonaaa! ¿A ustedes les gusta la salsa?”, preguntó antes de Puro Veneno. Y claro, la pista entera respondió con caderas y sudor. La coreografía fue teatral: mordida en el cuello, gritos policiales, rejas de escenografía, tensión dramática. Y entonces, La Presa. Ella cae al piso, brazo en alto, exclamando: “¡Hay que matarlo con frialdad!”. El teclado la envuelve en un aura de ópera urbana. Piel de gallina.

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Erotika trajo rosas rojas volando al público. La frase que la selló: “¡La salsa está presente, carajoooooo!”. Lo dijo sonriendo, pero cargada de rabia hermosa.
Y entonces… la bandera. Roja. En mayúscula. El título de la gira flameando: GRASA. Y suena La Mentira, con una intro que cita a Serú Girán: “La grasa de las capitales, cubre tu corazón”. Y en ese momento se entiende que no es solo una palabra, es una declaración de principios a todo volumen.
Después llega la versión escénica de La Mentira. Nathy baja de un auto en pantalla gigante, con maletín y revólver. Se sube a los bailarines como si fueran tarima y canta como quien reclama un lugar que siempre le fue suyo. “¿Qué importan ya tus ideales, qué importa tu canción?”, repiten los coros. Preguntas que no buscan respuesta, sino eco.
Con Todo roto, desciende, se mezcla con el público, agarra móviles, se saca selfies. Grita: “¿Quién está todo roto?”, y la respuesta es un pogo emocional. La puesta visual es potente: bailarines volando, escaleras ardiendo. Puro frenesí. BZRP Music Sessions Vol.36 es todo entrega. Baila con el cuerpo en trance, como si cada músculo tuviera memoria. La precisión. La soltura. La fiereza.
“Barcelona, tengo una pregunta para ustedes: ¿a quién le gusta el hip hop?”, pregunta antes de Sana Sana. Y de inmediato, con guiño cómplice: “¿Acaso me comentaron que en Barcelona se cocina la salvajería?”, lanza antes de Salvage.
En Menina, grita: “¿Dónde están mis meninas de Barcelona?”, y ya nadie está de pie: todos flotan.
Y entonces se sienta. Suspira. Mira. Y lanza la frase que lo cambia todo:
“Barcelona… suspira… ¿acaso están preparados para gozar un momento de luz, de amor y de linda energía? Gracias por todo el cariño que me han dado esta noche. Barcelona siempre es un placer venir a tocar con ustedes, mi público. Se siente como en casa. Espero que se conecten con lo más lindo, que disfruten con nosotros, mi gente”.
Y así llega Buenos Aires. Uno de los momentos más esperados. Más coreados. Más vibrados. Cuando hace ese movimiento hacia atrás con la cintura, cuando la batería marca, cuando el pelo vuela… el SonarClub entero se convierte en altar.
Para cerrar, Vivir así es morir de amor. Clásico de Camilo Sesto. “¡A ver cómo canta Barcelona!”, pide. Y Barcelona acompaña. Nathy baja las escaleras, pelo suelto, gesto elegante, coreografía como firma.
Brazos en alto
“Gracias por tanto cariño, mi gente de Barcelona. ¡Los amo! Sean felices. Y que siempre mueran de amor”.
Mano en el pecho, se lo frota, lanza besos, carga alegría. Y con un último “¡Hasta pronto Barcelona!”, sale corriendo del escenario.
El público salió cargado, vibrante, con la intensidad todavía en la piel. Lo que ocurrió en la Fira no fue un simple show: fue un manifiesto escénico, un grito de estética propia y pulsión física. Una noche marcada por la palabra GRASA, convertida en emblema, no en adorno.

Sonido
Contundente, envolvente y quirúrgicamente detallado. La voz se mantuvo siempre al frente, limpia, con cuerpo y emoción real. Los graves empujaban sin saturar, los teclados creaban climas teatrales y cada capa sonora tenía su espacio. Todo sonaba donde tenía que sonar.
Banda en escena
Precisa, expresiva y con actitud. Los músicos y bailarines funcionaban como un único organismo, sosteniendo la teatralidad sin perder groove. La percusión marcó tensiones, mientras los teclados y samplers narraban desde el fondo. La banda era parte activa de la escena, no fondo.
Sala y ambiente
La Fira estaba completamente llena. Desde la intro, se respiraba intensidad colectiva, con un público tan atento como desbordado. No hizo falta escenografía extra: las pantallas, los cuerpos y la luz bastaban. Por momentos, el espacio cerrado se sentía como un estadio abierto.
Lista de temas
Un recorrido sin descansos, pensado como un acto escénico. Del bolero al perreo, del soul al hip hop, de la salsa al pop dramático. Cada tema encadenado al siguiente con intros visuales, citas, acting y transiciones medidas. No hubo baches. Solo picos y más picos.
Conexión con el público
Cercana, frontal y sin filtros. Nathy hablaba, agradecía, suspiraba y se tiraba al piso como si la escena fuera su casa. Le pedía coros a Barcelona, leía la energía y se fundía con la gente sin forzar nada. El vínculo era real, directo, palpable.
Artista Invitado
No hubo invitados, ni eran necesarios. La banda y los bailarines llenaban todo. Y el público funcionaba como un coro emocional alterno, multiplicando los momentos clave. La noche fue una creación colectiva, sin huecos.
Energía general
Altísima desde el inicio hasta el cierre. Las pausas eran parte del guión: cada suspiro o frase sumaba tensión. La invasión emocional no decayó ni en los temas lentos. El show no bajó nunca, solo cambiaba de forma.
Setlist – Nathy Peluso | Sónar 2025 – Fira, SonarClub
- Corleone
- Aprender a amarte
- Business Woman
- Legendario
- Real
- Ateo
- Delito
- Envidia
- Mafiosa
- Puro Veneno
- La Presa
- Erotika
- La Mentira
- La Mentira (versión visual con bandera)
- Todo roto
- BZRP Music Sessions Vol.36
- Sana Sana
- Salvage
- Menina
- Buenos Aires
- Vivir así es morir de amor
PH Mariana Gomez Torres IG @mgzmagculturavisual , IG @MgzLab
Nota editorial
Los diálogos transcritos reflejan con fidelidad la voluntad y el mensaje del artista, aunque pueden no ser textuales en su totalidad. En MGZMag nos especializamos en crónicas inmersivas, donde recolectamos la mayor cantidad posible de emociones sensoriales, atmósferas y momentos clave para ofrecer una experiencia cercana a estar ahí. Lo mismo ocurre con los setlists: muchas veces no se reciben oficialmente o el artista modifica el orden en vivo, por lo que la reconstrucción se basa en la observación directa y el cruce con registros disponibles.
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