
Londres, alguna vez símbolo de elegancia y orden, parece haber perdido el lustre que la distinguía. Pasear por sus calles ya no evoca la misma admiración; en su lugar, uno se encuentra con una ciudad marcada por el desgaste, la suciedad y el desorden. La huella del Brexit ha dejado algo más que un debate político: desde protestas hasta un aire de incertidumbre, la capital británica refleja un país que aún busca su equilibrio.

No hace mucho, viajar a Londres era sinónimo de regresar con suspiros en forma de frases como «Ahh Londres es Londres» o «Londres es Europa» acompañadas de gestos y pantomimas de grandeza, como si esa experiencia fuera un sello de distinción. Hoy, esas expresiones parecen quedar en un recuerdo lejano mientras la realidad de una ciudad descuidada desafía su reputación.

Incluso lugares icónicos como Camden Town, alguna vez epicentro del punk y lo alternativo, parecen integrarse al nuevo panorama de descuido de la ciudad. Lo que antes desentonaba de forma creativa y rebelde, hoy parece simplemente una extensión natural del caos urbano.

Las icónicas avenidas, ahora acompañadas de grafitis y basura acumulada, cuentan una historia de abandono y pérdida de dirección. Quizás sea la presión de los cambios económicos y sociales, o tal vez un simple reflejo del caos que vive su entorno político. Lo cierto es que Londres, la ciudad que marcaba tendencias, ahora parece estar atrapada en una batalla entre su pasado glorioso y su presente desconcertante. ¿Podrá recuperar su esplendor o se resignará a ser una sombra de lo que fue? Solo el tiempo lo dirá.
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