
Primero la ignoraron y luego se rieron de ella, pero la antimoda de las camisas a cuadros y los pantalones rotos pronto se convirtió en la última doctrina pop del siglo XX. Dos décadas después de aquel «golpe» a la burguesía del front row, el aspecto de Kurt Cobain y la belleza desidiosa de River Phoenix siguen marcando tendencia en la moda.
El vestido que se puso KURT Cobain en la portada de la revista The Face constituye una de las máximas de la estética grunge: los géneros no existen.
“Me produce orgasmos ver a las mujeres ricas comprando los trapos que nosotros vestíamos». Así de claro lo dejó en Twitter Courtney Love, viuda de Kurt Cobain. Sucedió, cuando Hedi Slimane convirtió Saint Laurent en una franquicia de Seattle, cuna del movimiento grunge. Meses más tarde fue el propio diseñador quien la llamó para que protagonizara la campaña de aquella colección escandalosa. Hoy el grunge es una tendencia recurrente. Y además factura cantidades obscenas.
Lo que proponía este estilo era una postura anticomercial y contra-cultural. Podríamos decir que este estilo es una mezcla entre el Punk y el Metal, es el hijo bastardo que ninguno de los géneros quiso reconocer. Está asociado a bandas como: Nirvana, Soundgarden, Poison, Helmet, Hole que fueron los principales estandartes del movimiento.
Como cualquier movimiento tenían su manera de relacionarse, de vestirse, peinarse y maquillarse. Los seguidores de la estética grunge vestían con jeans rotos, camisas a cuadros con tonos oscuros grandes, gorros de lana, zapatillas rotas (cuánto más rotas mejor). En cuanto al pelo lo usaban largo, desgastado y despeinado, siempre tratando de dar esa imagen de rebeldía.
Fotos: Pinterest.
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