“Todos somos acumuladores compulsivos”. Todo está bien, puedes hacer las paces con la inevitable pulsión de aferrarte a las cosas, encariñarte de objetos, con tener dificultades ante el pensamiento de desprenderte de ellos. “El apego es miedo, guardar cosas por si acaso es, en realidad, miedo”. Reconocer que acumular es la respuesta al miedo a la pérdida es el primer paso.
¿Cuándo sé que me tengo que deshacer de una prenda?
¿Donar o guardar? Esa es la (eterna) cuestión. ¿Cómo sé que una prenda ha cumplido ya su función en mi armario? ¿Cómo dejo de engañarme pensando que me la voy a volver a poner? , te propongo: el truco de la percha.
En un armario ordenado todas las perchas son iguales (de esta forma todas se ven a la misma altura), sólo hay una prenda por percha y todos los ganchos de las perchas están orientados hacia dentro. Una idea que nos para calibrar la usabilidad de una prenda que tenemos “en la cuerda floja” es girar el gancho de su percha hacia el lado contrario al resto. Así nos recordamos que está en fase de pruebas y, si pasado un tiempo no nos la ponemos, podemos identificarla rápidamente para donarla.
El problema de los zapatos (y los bolsos)
No a acumular cajas de cartón. Pero no rotundo también a formar colonias de zapatos en anarquía al fondo del armario. Para solventar el problema, un truco útil en forma de compra milagrosa: unas plataformas para guardar pares de zapatos en vertical cómoda y ordenadamente, reduciendo a la mitad el espacio que normalmente ocupan.
Crea hábitos y vence la pereza
“El orden se mantiene cuando encuentras un lugar para cada cosa”. Pero para que el invento funcione hay que mantener ese orden y cuidar las rutinas, hacer un esfuerzo por dejar cada cosa en su lugar. A veces implica tener cajitas, organizadores, y usarlos cada día, y hay que interiorizar el hábito como otros tantos que replicamos a diario.
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