Tiene la virtud de levantar cualquier atuendo, tanto uno sencillo como uno más arreglado o formal, transformándolo y sumándole estilo. Los hay de todos los estilos y géneros, pero lo que nunca debe faltarle es el talle adecuado, caída natural acompañando la línea del cuerpo, comodidad y flexibilidad y un corte armonioso teniendo en cuenta qué se desea corregir en la silueta de quien lo lleva.
Un blazer con hombros anchos equilibrará la figura de quien los tiene marcadamente angostos (silueta de triángulo invertido). Un blazer de corte princesa o con cintura marcada la acentuará o creará en quien no la tenga definida (silueta de rectángulo). Otro de largo más allá de la primer cadera equilibrará un torso demasiado corto o una cadera ancha. Una solapa ancha o llamativa en su corte o su género puede agregar volumen visualmente sobre un torso más pequeño que la zona inferior del cuerpo, y viceversa. Y así indefinidamente, se puede “crear” la silueta deseada ya que se trata de una prenda armada y estructurada. También se pueden lograr efectos afines a través de los estampados y de la estructura de los géneros utilizados.
Para encontrar el blazer ideal es necesario conocer bien la propia silueta y sus proporciones, así como sus puntos fuertes y los no tanto. Si se lo sabe seleccionar, es un gran aliado a la hora de sumar estilo y armonía.
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